martes, septiembre 13, 2011

El rocío del cielo


"Sus cielos destilarán rocío" (Deu_33: 28)

Lo que el rocío es en la naturaleza, el Espíritu es en el reino de la gracia. ¡Cuánto necesito de ese rocío! Sin el Espíritu de Dios, soy seco y marchito, caigo y me desvanezco, sin su ayuda, yo me muero. El es el dulce rocío que me refresca, me anima, me fortalece y consuela. No quiero nada más. El Espíritu Santo llena de toda vida.

Todo lo que pueda hacer, sin el rocío del Espíritu, es menos que nada, es así que aunque oiga, lea, ore, cante o asista a la Iglesia, no encontraré ninguna bendición allí hasta que el Espíritu Santo venga y me visite. Pero cuando el rocío me alcanza, todos los medios de la gracia son dulces y llenos de bendición.

Ésta promesa es para mí "Sus cielos destilarán rocío." Sere visitado con gracia. No se me dejará en mi sequía natural, o a merced de los impulsos del mundo, o al viento de la tentación satánica.

Señor Jesucristo, mi Salvador y Dios, que pueda en este mismo instante sentir el suave rocío del silencio de tu presencia Santa, que rebose en todo mi ser y pueda vivir en ti, todos los días de mi vida hasta la eternidad. Amén.

¿Por qué no habría de hacerlo? Él ha hecho vivir la hierba y la refresca desde los cielos, y eso que la hierba no puede clamar a DIOS por el rocío como yo. Ciertamente, el Señor que visita la planta sin la oración responderá a su hijo suplicante.

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