miércoles, septiembre 26, 2018

Pecados Capitales (borrador)


Los pecados te alejan indefectiblemente de la misericordia de Dios, sin embargo es fundamental entender que Dios no odia al hombre sino que al pecado. Esto se basa primeramente en el amor, tal como Jesús nos amó siendo imperfectos, y con más de algunos pecados capitales en nuestras espaldas.

Cada uno de los pecados traen consigo un juicio valórico que determina que algunos pecados son más importantes que otros o son fundamento de otros. Recordemos que el inicio del pecado es la envidia consecuencia que Adán y Eva pecaron queriendo ser igual a Dios.


Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. 
Romanos 3:23. RV 1862.
En el siglo IV, la iglesia Católica identificó "siete pecados capitales": estos fueron definidos como falencias en el carácter que debían ser condenadas y evitadas por aquellos justos que pretenden vivir con Dios eternamente. 

Orgullo, Envidia, Ira, Gula, Lujuria, Pereza y Avaricia. 

El cristianismo lo entendió como severas fallas en el alma que marcaban a una persona para ser objeto de castigo. En el día del Juicio, Dios Todopoderoso sería despiadado con los pecadores y los enviaría a pasar milenios en las partes más obscuras y tortuosas del Infierno. 
  
Quizás no usemos las expresiones condenatorias y teológicas del siglo IV o no creamos en un Dios Creador de un Universo tan hermoso y en perfecto equilibrio, no tendrá misericordia con aquellos que se desvían del camino dado por las escrituras, sin embargo aún interpretamos y enjuiciamos las fallas de carácter y tendemos a mantener actitudes condenatorias similares y poco generosas. Quizás sintamos que, a través de nuestra severidad, estamos ayudando a mejorar la humanidad, pero si este es realmente nuestro objetivo, entonces conviene moverse más allá de la condena en un intento de entender qué es lo que realmente maneja a la gente en sus momentos más lamentables. Nos topamos con una sorprendente verdad: los comportamientos a los que llamamos pecado nunca son sólo eso.  Representan una desafortunada primer respuesta a dificultades y angustias que podrían, si fueran apropiadamente comprendidas, guiadas y perdonadas, ser redirigidas a fines más nobles. No somos malvados (1), sino que estamos doloridos en algunos lugares. Consideremos cada uno de los siete pecados.

ORGULLO - Pueden parecer que presumimos y alardeamos porque estamos muy contentos con nosotros mismos. Lejos de eso. Presumir es sólo una respuesta a una sensación de invisibilidad. Necesitamos impulsar la idea de nuestra importancia porque (detrás de escena) nuestro derecho a existir parece estar en duda. Vemos como casi inevitable que otros piensen mal de nosotros - a no ser que, urgente y dramáticamente, afirmemos nuestra grandeza. Es por eso que, de toda la gente, los orgullosos no necesitan que se les diga que son terribles: esto es precisamente lo que, en secreto, ellos ya piensan que son. Necesitan aliento para sentirse más genuinamente orgullosos de sus propios méritos y entonces poder ahorrarse el maníaco impulso de llamar constantemente la atención.  

ENVIDIA - La envidia es una manera desgraciada de confrontar una idea que es, en otros contextos, fundamental para contar con una ambición positiva. Además representa la modestia de carácter: la noción  que somos incompletos, imperfectos y que necesitamos mejorar. La envidia crece de la percepción legítima que otros tienen algo que enseñarnos - mezclado con un grado de equivocación y pánico de los que esto podría ser. La Envidia debe, idealmente, ser nuestro maestro. Debemos notar cuando nos visita, filtrar sus señales confusas y usarlas para trabajar nuestra dirección y propósito de vida. La solución no es sentirnos culpables por nuestro ataques de envidia. Es ayudarnos a entender lo que realmente falta en nuestras vidas.

IRA - Las crueles y furiosas cosas que decimos cuando estamos molestos casi nunca las decimos en serio. Son el resultado de pánico y ansiedad. Llamamos a alguien un estúpido tonto porque nosotros, en ese momento, estamos aterrorizados. Gritamos porque sentimos que estamos peleando por nuestras vidas. Por eso, en lugar de que nos digan repetidamente cuan horribles somos enojados (algo que por supuesto ya sabemos), lo que necesitamos es alguien que demuestre un buen entendimiento de nuestros miedos subyacentes. "Debes estar asustado/a" es la más amable pero también más efectiva respuesta a cualquier explosión de ira; pues desvela lo que realmente está pasando. Necesitamos que otros aprecien nuestra fragilidad, no amonestarnos por nuestros rugidos.

GULA - Comemos demasiadas alitas de pollo y bocadillos tostados no porque somos golosos, pero porque estamos hambrientos emocionalmente. Queremos amor mucho más de lo que queremos calorías; solo nos encontramos desconcertados en cómo encontrarlo. Por eso la solución no es que nos digan que comamos menos (como gurús de dieta y teólogos cristianos sugieren); sino que nos ayuden descubrir nuevas fuentes de bondad, seguridad y conexión emocional. Nuestro apetito no es esencialmente malo - solo simplemente no ha encontrado una meta ideal. Nuestro sobrepeso es un símbolo de nuestro fondo desnutrido emocionalmente.
LUJURIA - Queremos meternos a la cama con personas no por degeneración, sino por nuestra soledad. El sexo es el epítome de la conexión y aceptación. Las cosas nombradas "malas" y eróticas por las que ansiamos se sienten tan apasionantes porque las leemos como prueba de un afecto infinito de alguien más, el cual es tan difícil de suplir en la vida ordinaria. Idealmente no seríamos menos lujuriosos, seríamos más claros de lo que genuinamente necesitamos del sexo: que es la aceptación de nuestro yo desordenado, complejo y demasiado humano.
PEREZA - La pereza es solo un miedo. No podemos soportar poner manos a la obra, porque si nos aplicamos, corremos el riesgo de terrible humillación. Quizás no tengamos éxito así como nos gustaría, quizás la tarea es demasiado dura, tal vez nos demos cuenta que aún no estamos equipados para llevarla cabo o ser burlados por el mundo. Estás no son fallas tanto como ansiedades muy comprensibles. Detrás de nuestra inacción esta un desastre anticipado; una mente catastrófica. Vamos a empezar al fin cuando el miedo de hacer nada triunfe sobre el temor de hacer algo mal.
CODICIA - El poderoso impulso de tomar más de nuestra parte justa es realmente una reacción de un sentimiento de privaciones; nos hemos sentido tan descuidados y vulnerables, que solicitamos cada vez más. Nuestro miedo esta tan refractado, tratamos de mantenerlo a raya agarrando lo más que podemos, lo más rápido posible. A otros, podemos hacer que parezca que ya somos privilegiados y favorecidos: adentro solo nos sentimos desesperados.
En breve, nuestros "pecados" no son señales que somos malas personas. Son las formas que nuestras necesidades insatisfechas toman cuando no hemos encontrado una mejor manera de dirigirlas. No tenemos que ser regañados o amenazados con un infierno. Necesitamos un cariño abierto que nos reciba como somos, una absolución que no involucra crítica y una ternura que delicadamente, sin humillación, encuentra nuestros puntos débiles y apoya nuestro apetito innato por reformarnos.




































No hay comentarios.:

Pecados Capitales (borrador)

Los pecados te alejan indefectiblemente de la misericordia de Dios, sin embargo es fundamental entender que Dios no odia al hombre si...