martes, julio 31, 2012

Clama a mí, y te responderé.


"E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás."
Salmos 50:15.

¡Esta es una promesa verdadera!

Una ocasión de urgencia: "el día de la angustia." Si hay poca luz al mediodía, y cada hora parece más negra que la anterior. Entonces, esta es la promesa para ese tiempo, está escrita para el día nublado.

Un condescendiente consejo, "Clama a mí." No deberíamos necesitar la exhortación: debería ser nuestro hábito constante durante todo el día y todos los días. ¡Qué gracia tiene la libertad de invocar a Dios! ¡Qué sabiduría para hacer buen uso de ella! ¡Qué tontería de ir corriendo a los hombres! El Señor nos invita a poner nuestro caso ante Él.

Un estímulo tranquilizador: "Te libraré" Sea cual sea el problema, el Señor no hace excepciones, promete una completa, segura y feliz liberación. Él trabajará por nuestra salvación con su propia mano. Creemos que es así, y la fe en el Señor, honra.

Un resultado final: "y tú me honrarás" ¡Ah!, eso lo haremos abundantemente. Cuando Él nos haya librado, en voz alta lo alabaremos, y como estamos seguros de que lo hará, vamos a empezar a glorificarlo desde ya.

miércoles, julio 11, 2012

Nunca separados de DIOS


"Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" (Juan 11:26)

Sí, Señor, nosotros lo creemos, no moriremos jamás. 

Nuestra alma puede ser separada de nuestro cuerpo, y  esto es un tipo de muerte, sin embargo nuestra alma nunca estará separada de Dios, que esa si, es la verdadera muerte - la muerte producto del pecado -. Una pena de muerte, que es lo peor que le puede pasar a una persona.

Creemos esto con toda seguridad: Que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido al mundo, entonces, ¿Quien nos separará del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor? Somos miembros del Cuerpo de Cristo, ¿A caso Cristo pierde partes de su cuerpo? Estamos casados con Jesús, ¿acaso Él morira y hará viudas? No es posible.

Hay una vida dentro de nosotros que no es susceptible de ser separado de Dios: sí, y el Espíritu Santo habita en nosotros, y ¿cómo se puede morir? Jesús mismo es nuestra vida, y por lo tanto no hay un morir en nosotros, porque Él no puede morir otra vez. En él hemos muerto al pecado una vez, y la pena capital no puede por segunda vez ser ejecutada. Ahora vivimos, y viviremos para siempre.  La recompensa de la justicia es la vida eterna, y no tenemos nada menos que la justicia de Dios por medio de Jesucristo, y por lo tanto, podemos reclamar la recompensa más alta, la vida eterna.

Vida y fe, creemos que vamos a vivir y disfrutar en los cielos, junto a todos los Santos, adorando eternamente a nuestro DIOS y Señor Jesucristo . Por tanto, seguimos adelante con la plena seguridad de que nuestra vida es segura en nuestra Cabeza viviente, Jesucristo.

Pecados Capitales (borrador)

Los pecados te alejan indefectiblemente de la misericordia de Dios, sin embargo es fundamental entender que Dios no odia al hombre si...