José había sido una providencia encarnada para sus hermanos. Todos nuestros José mueren, y mil comodidades mueren con ellos. Egipto nunca fue el mismo con Israel después de que José estaba muerto, ni puede el mundo volver a ser para algunos de nosotros, lo que era cuando nuestros seres queridos estaban vivos.
Pero veamos cómo se alivió el dolor de esa triste muerte. Tenían una promesa de que el Dios vivo los visitaría. ¡Una visita de Jehová! ¡Qué consuelo! ¡el cielo a bajado!. Jehová, nos visitan este día, aunque en realidad no somos dignos de que entres bajo nuestro techo.
Pero aún más fue prometido: el Señor los sacaría.
Ellos se encuentran en Egipto y reciben un saludo frío cuando José estaba muerto, es más, se convertiría para ellos una casa de servidumbre. Pero no iba a ser así para siempre, sino que salían de ella por una liberación divina y la marcha hacia la tierra prometida. No vamos a llorar para siempre. Seremos llamados a casa a de Gloria de nuestro Padre, a unirse a nuestros seres queridos. Por tanto, "Fortalezcámonos unos a otros con estas palabras."
