martes, abril 12, 2016




"Tienes que entender que Dios ha sido muy paciente y bondadoso contigo, esperando que cambies. Pero tú piensas que su paciencia nunca termina y no te das cuenta de que él es bueno contigo para que cambies tu vida. Pero eres terco y no quieres cambiar, y así estás acumulando la ira de Dios. El castigo te llegará el día en que Dios muestre toda su ira. Ese mismo día, Dios mostrará que juzga correctamente y con justicia. Dios pagará a cada uno según lo que haya hecho."
Romanos 2:4-6.


Es muy fácil confundir la paciencia de Dios con la aprobación equivocada de nuestra manera en que vivimos. La conducta del mundo, por lo general es egocéntrica y a menudo corrupta, y es rechazada por los cristianos, sin embargo podemos evitar muchas de las costumbres del mundo, sin dejar de ser orgullosos, codiciosos, egoístas, obstinados y arrogantes. Es el Espíritu Santo quien renueva, educa y orienta nuestra forma de pensar, experimentando un cambio, no de aspecto, sino de personalidad, transformándola de acuerdo a lo que es bueno y agradable a sus ojos, y en directa consecuencia, lo que es verdaderamente bueno para uno. Es nuestra manera pertinaz de obstinación de no cambiar, aunque haya argumentos más convincentes, que resuenan en nuestra alma e intelecto, que van en contra a nuestra idea de identidad en Cristo, dando mayor importancia a los logros y el éxito a los ojos de los demás de modo de demostrar, de formar errónea por cierto, bendición de DIOS.

Porque Dios es bueno, tardo para la ira y grande en misericordia, atrasa su juicio esperando el cambio en nuestras vidas, pero este tiempo de paciencia y misericordia tiene su fin, tanto como al momento de nuestra muerte, como al regreso de nuestro Rey Jesús el Mesías, el Hijo de DIOS, el Todopoderoso. La condenación no viene por lo que se desconoce, más bien por lo que uno hace con lo que sabe. Aunque se diera el caso que una persona nunca ha visto una Biblia, si sabe diferenciar entre lo bueno y lo malo, siendo juzgado por no tomar en cuenta las normas que su conciencia dicta.



Tampoco nos podemos engañar, suponiendo que las buenas obras, son muestra de nuestro cambio, porque no salvan, sino más bien la entrega total a Dios, queriendo agradar y haciendo su voluntad en nuestra vida cotidiana, dando gracias por todo y aceptando el camino que se nos ha trazado. Las buenas obras son consecuencia de nuestro agradecimiento a Dios por lo que ha hecho, pero no como prerrequisito.

Pecados Capitales (borrador)

Los pecados te alejan indefectiblemente de la misericordia de Dios, sin embargo es fundamental entender que Dios no odia al hombre si...