Es su propio Espíritu en nuestro interior que obra este deseo, y por lo tanto, ÉL responderá. Es su propia vida en nuestro interior, la cual gime por ver su rostro, y por lo tanto, ÉL escuchará. Los hijos de DIOS, son hombres que temen a DIOS, y están bajo su influencia mas sagrada, y en consecuencia, su deseo es glorificar su nombre por siempre, disfrutar de su presencia, por la eternidad. Así como los grandes hombres, descritos en su palabra, el Señor hará que se den cuenta de sus aspiraciones. El labrador celestial, cultivará su campo, hasta que la espiga este llena de grano y blanca por su madurez. Hombres temerosos de DIOS, sus deseos de ser Santo, para ser útiles a su Señor, ser de bendición para los demás y honrar en todo momento a su Señor. En sus oraciones, piden el pan diario, la orientación en la perplejidad, liberación de la angustia, ayuda en su peregrinaje. A veces el deseo es tan fuerte que gritan en agonía como niños pequeños en el dolor, y entonces nuestro DIOS obra más exhaustivamente y hace todo lo que es necesario de acuerdo a esta Palabra "y los salvará".
Así es, si tememos a DIOS, no tenemos nada más que temer, y si clamamos al Señor, nuestra salvación es segura.
Recordemos siempre esta palabra y en nuestra lengua, y se hará dulce como la miel.
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