viernes, junio 24, 2011

La Verdadera Adoración

Ahora ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y q uienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. --Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo --respondió la mujer--. Cuando él venga nos explicará todas las cosas. --Ése soy yo, el que habla contigo --le dijo Jesús. Juan 4:22-26.
Jesús le había dicho a la Samaritana que las viejas rivalidades estaban a punto de desaparecer, y que estaba próximo el día en que la controversia acerca de los respectivos méritos del monte Guerizim y del monte de Sión sería irrelevante, porque el que buscara a Dios sinceramente Le encontraría en cualquier parte. A pesar de todo, Jesús aún hace hincapié en el hecho de que la nación judía ocupaba un lugar exclusivo en el plan y en la Revelación de Dios.
Los samaritanos adoraban en ignorancia, dijo Jesús. En más de un sentido, aquello era indudablemente cierto. Los samaritanos no tenían más sagrada escritura que el Pentateuco, es decir, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, porque habían rechazado todo el resto. Se habían privado, por tanto, de todos los grandes mensajes de los Profetas y de toda la sincera piedad de los Salmos. Tenían una verdad truncada, porque tenían una Biblia truncada y por tanto una adoración incompleta, pues no conocían las otras revelaciones del carácter de DIOS. Habían rechazado el conocimiento que estaba a su alcance y que hubieran podido tener. Además, los rabinos judíos siempre habían acusado a los samaritanos de ofrecerle al Dios verdadero un culto meramente supersticioso. Siempre decían que el culto de los samaritanos no se basaba en el amor y el conocimiento, sino en la ignorancia y el miedo. Los asirios llevaron a vivir en Samaria sus propios dioses. Leemos que un sacerdote de Belén fue a decirles que temieran al Señor (2Reyes 17: 6-15); pero -lo más probable es que añadieran el Dios de Israel a la lista de sus dioses, porque tendrían un temor supersticioso a excluirle. Después de todo, era el Dios de aquella tierra en la que entonces vivían, y podría ser peligroso no incluirle siquiera en su lista de cultos.
En una adoración falsa podemos detectar tres faltas.
(i) Una adoración falsa es selectiva: En cuanto a la palabra, se queda con lo que quiere saber de Dios, y omite el resto. Los samaritanos tomaban lo que querían de las Escrituras, y omitían el resto: La religión unilateral es una de las cosas más peligrosas del mundo. Le es muy fácil a cualquiera el aceptar y retener las partes de la verdad de Dios que le interesan y pasar por alto el resto.
(ii) Una adoración falsa es ignorante. La adoración es un acceso total a Dios. Tenemos una inteligencia, y la obligación de ejercitarla. La adoración en sus etapas primarias puede que empiece por una respuesta emocional; pero pronto le llega el momento en que hay que razonarla y consolidarla. Creo, en forma personal que el dejar de pensar a fondo las cosas importantes es ya en sí un pecado…. En último análisis, una experiencia de verdadera adoración no está consolidada hasta que se puede decir, no sólo lo que se cree, sino por qué se cree. La adoración es también esperanza; pero una esperanza que tiene una razón de ser y que no defrauda (1Pedro 3:15 ).
(iii) Una adoración falsa es supersticiosa. Es cuando la adoración que se da, no es por un verdadero sentimiento de necesidad o por un deseo auténtico de hacerlo, sino solamente porque la persona cree que sería peligroso no darlo. Es así que algunos se niega a pasar por debajo de una escalera, o a llevar el número 13 en una competición o en un concurso, o a emprender cualquier cosa en martes y trece; y se pondrá nerviosa cuando se le derrama la sal, o se le cruza un gato negro, etcétera, etcétera. No es que crean en esas supersticiones; pero tienen la sospecha de que puede que haya en ellas algo de verdad, y por eso es mejor mantenerse a salvo. Hay muchas personas cuya adoración a DIOS se funda en miedo de lo que les podría suceder si no tuvieran en cuenta a DIOS. Pero la verdadera adoración se basa, no en el miedo, sino en el amor de Dios y en la gratitud por lo que Dios ha hecho, en plena comprensión y total uso de nuestras facultades.
Cuando no adoramos en espíritu y verdad, caemos de inmediato en la religiocidad y cualquier alabanza que podamos emprender no es más que sonidos supersticiosos bajo un ritual de modo de esquivar la posible ira de dioses impredecibles.
Jesús define la verdadera adoración: DIOS es Espíritu: En cuanto uno se da cuenta de eso, un nuevo haz de luz le envuelve. Si DIOS es espíritu, no está limitado a cosas ni a lugares ni formas ni estilos. Si DIOS es espíritu, no está limitado y, por tanto, limitar la adoración a DIOS a Jerusalén, a formas, estilos, a un edificio, a un altar, a un monte o en cualquier otra definición, es poner un límite a alguien que, por naturaleza, sobrepasa todos los límites.
Si DIOS es espíritu, lo que debemos ofrecer tienen que ser dones del espíritu y sus frutos serán para servir y edificar a la Iglesia. Los sacrificios animales, así como en nuestras fuerzas y todo lo que podamos hacer como humanos, son inadecuados. Las ofrendas que corresponden a la naturaleza de DIOS son los dones del espíritu: amor, fidelidad, obediencia, dedicación.
El espíritu es la parte más elevada de la persona humana. Es la porción que permanece cuando la parte física se desvanece. Es la parte que sueña los sueños y ve las visiones que. Es el espíritu quien nos comunica con DIOS. La verdadera adoración es cuando, mediante su espíritu, alcanza la amistad y la intimidad con Dios. Y esta es el servicio que como músicos y adoradores ofrecemos a DIOS y guiamos al pueblo de DIOS, a una intimidad con nuestro Padre y unidos en un mismo sentir y unidos en espíritu nos encontramos con Dios y hablamos con Él.
Este pasaje termina con una gran declaración. Se había desplegado ante la Samaritana un panorama tal que la sorprendía y alucinaba. Contenía elementos por encima de su comprensión, maravillosos. Todo lo que pudo decir fue: «Cuando venga el Mesías, el Cristo, el Ungido de Dios, entonces lo entenderemos todo.» Y Jesús le dijo: «Yo, el que estoy hablando contigo, soy el Mesías.» Es como si Jesús dijera que todo eso no es un sueño de la verdad, sino la verdad misma.

Comentario al Nuevo Testamento - William Barclay

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