domingo, julio 26, 2015

Destino y Fortuna.


Destino y Fortuna.

"Pero a ustedes, que abandonaron al Señor y olvidaron mi monte santo, que preparan la mesa y llenan las copas con vino para los dioses Fortuna y Destino respectivamente," "yo les tengo destinada una muerte violenta. Todos ustedes se inclinarán para ser degollados, porque yo los llamé y ustedes no me respondieron. Yo les hablé y ustedes no me escucharon. Hicieron lo que yo consideraba malo y eligieron lo que no me agradaba".
Isaías capítulo 65 versículo del 11 al 12.

En el principio DIOS creó la luz. Nuestro DIOS y Señor, con su voz de mando dijo: “Que exista la luz”, e inmediatamente hubo luz.

¿Qué había antes de que existiera la luz? Una completa oscuridad.
DIOS nos ha regalado la luz, para mostrar el camino hacia Él, y que no anduviésemos en las tinieblas.

DIOS envió aquella luz al mundo, a su hijo, nuestro Señor Jesús el Cristo, quien nos ha revelado el camino. ÉL es el camino.

Abandonar el camino, es abandonar al Señor, y decidir buscar su propio destino y hacer su propia Riqueza, depositando su esperanza, en la buena suerte.

Olvidar su monte santo, es dejar de tener memoria de la verdadera adoración a DIOS, es decidir disfrutar de la buena vida: seguridad financiera y emocional, rodeada de aduladores y gozando del fruto de su trabajo. Es crear sus opiniones, basados en su ilusoria sabiduría, implantando su propia moralidad. Admiran sus logros, en su soberbia, saben quiénes son y a dónde se dirigen, avanzando con confianza para alcanzar sus metas, pensando que son eternos y que no serán ellos consumidos por la desgracia.

¿Qué será de aquel que decide abandonar el camino tras el sentido común y la prudencia?

¿Qué será de aquel que por estar ocupado en sus quehaceres y las riquezas de este mundo, olvida quien es la luz?

¿Qué será de aquel, que siguiendo opiniones de hombre, abandona el temor al Omnipotente?

¿Qué será de aquel, quien ahoga la luz de su lámpara en medio de la noche obscura, pretendiendo ocultarse de la mirada de DIOS?

DIOS, quien va y viene entre el cielo y la tierra, es ÉL que en sus puños retiene los vientos y en sus manos retiene los océanos. Es nuestro DIOS Todopoderoso, creador de todo lo que se ve y lo que no se ve. Es ÉL quien amándonos, nos extiende sus brazos, por medio de su Hijito amado.

¿Quién es aquel que podrá rechazar su amor? Quien prepara la mesa y llena las copas con vino para los dioses Fortuna y Destino.

El DIOS de Abraham y de Jacob, defiende a cuantos acudan a ÉL en busca de protección. Porque toda palabra de DIOS es verdadera.

La paz de los hijos de DIOS, no es la del mundo, es paz dada para todo bien, y es el Espíritu Santo quien nos ha guiado a todo lo que es real y verdaderamente bueno. Es la paz a partir de nuestra justificación ante Dios. Cristo, Él mismo es nuestra paz.

El hombre de hoy, ha puesto como señor y dios, al propio hombre. Aquel reino decreta que se debe tomar de la vida, todo lo que ofrece; fluir sin sufrimiento, buscar lo que les gusta y apasiona, vivir sin culpas absurdas que opaquen esos momentos, evitar el camino del sufrimiento, escuchar la intuición, ser observador de las abominaciones y crueldades sin juzgar. Sin embargo, hay un hombre que es más peligroso, y que lleva por su camino a otros, admirados de su piedad, y enseñando su propio camino al reino celestial. Aquellos hombres son admirados por su pose de bondad, y sus obras de caridad que justifican su salvación, pero viven como si no existiera DIOS. Ellos serán aborrecidos, cuando den cuenta delante del que es, y que era, y que ha de venir, Jesús el Hijo de DIOS.

La paz que el mundo nos ofrece y sus verdades para disfrutar de la vida, solo llevan a la evasión, la que viene a evitar nuestra responsabilidad ante DIOS y su palabra.


Pero hay esperanza, para aquellos que reconozcan sus faltas y errores frente a DIOS, y se sometan a la voluntad del Rey y Señor Jesús el Hijo de DIOS.

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