Más de alguna vez, me he
perdido, por diversos motivos, y también porque mi sentido de orientación no es
muy bueno. En aquellas ocasiones, he sentido frustración de no saber dónde
estoy y cuál es la dirección que debo tomar. Recuerdo una vez en particular, que
me desorienté a la salida de una estación de metro, además de sentir frustración,
tuve miedo, porque era de noche, el lugar era muy oscuro y un tanto tenebroso.
Quizás, el lector, alguna vez se ha perdido y compartirá conmigo, que estas
sensaciones, no son muy agradables. En la primera carta de Pedro en el capítulo
2, versículo 25, nos compara con ovejas perdidas y desorientadas, cuando estábamos
en pecado. El señala que estábamos perdidos, errantes, extraviados. No sabíamos
dónde ir, qué dirección tomar.
“Porque vosotros erais como ovejas
descarriadas...” 1 Pedro 2:25.
Todos hemos estado en esta
situación de pecado, extraviados y perdidos del redil de DIOS.
“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”
Romanos 3:23.
Nuestro DIOS,
misericordioso, nos ofrece salvación, ofreciendo a su propio Hijo, para que
pagara lo que nos tocaba a nosotros pagar por nuestra maldad y pecado.
“Porque también Cristo padeció una
sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios,
siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;” 1
Pedro 3:18.
Al arrepentirnos de nuestros
pecados y ofensas al DIOS vivo, lo que estamos haciendo, es tomar el
ofrecimiento de DIOS, reconocer que su Hijo Jesucristo ha padecido en nuestro
lugar ,y en consecuencia, regresamos a su rebaño, hemos vuelto al cuidado del buen
Pastor.
“Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios;” Juan 1:12.
Si aún, sientes que estás
sin dirección, perdido o confundido, ve a tu cuarto, cierra la puerta, arrodíllate
y confiesa tus pecados y ofensas, revela a tu creador, aquellos desvíos que has
tomado en tu vida, y pídele que te ayude a superar completamente, esa vida
errada, que quieres ser pastoreado por su Hijo Jesucristo, que te permita
descansar en los delicados pastos y que fluyan de tu corazón, esa agua viva que
ha prometido para quienes lo aman. Ten Fe. Él inclinará su oído, escuchará tu
clamor e iniciará un cambio en tu vida, y volverás al redil, con tus hermanos.
“De cierto, de cierto os digo: El
que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 5:24
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